Al viajar en pareja te encontrarás con situaciones que pondrán a prueba tu paciencia (y tu amor, si es que aún lo hay). Básicamente, viajar supone tomar decisiones y cuando hay opciones, hay conflictos. ¡Negocia, batalla y cede para que tu viaje sea un éxito!
Choque de egos y dominancia. Es un clásico que sean destinos opuestos. Pongamos que él quiere ir a un hotel todo incluido en Punta Cana y ella a hacer un trekking en Torres del Paine. Momento de sentarse y negociar… y durante la Guerra Fría había cumbres internacionales menos tensas. ¡Aguanta el pulso, vacaciones solo hay unas! Por lo general, las mujeres tienen las de ganar porque te echarán en cara que eres un egoísta o que el año pasado decidiste tú (aunque no sea cierto, tu memoria masculina no almacena estos datos).
Ella – ¿Para qué cruzar el continente para estar tumbada en una playa?
Él – ¿Para qué trabajar 11 meses si tengo que pasar mis vacaciones en una montaña durmiendo en carpa?
Superada la situación 1, hay que acordar quién, cuándo y cómo hacer estas reservas de hoteles, pasajes de avión y actividades. Esta es una gran responsabilidad que todos van a rechazar, porque es habitual que tu pareja nunca esté satisfechas con las reservas por ser excesivamente caras, o demasiado básicas.
Ejemplo 1:
Él – ¿Reservaste el hotel del viaje?
Ella – Sí, sale a unos 100 la noche
Él – ¿¿Es que ahora somos multimillonarios?? ¡¡Me conformo con algo menos que la sweet presidencial!!
Ejemplo 2:
Él – ¿Reservaste el hotel del viaje?
Ella – Sí, sale a unos 10 la noche.
Él – ¿¿Es que ahora somos indigentes?? ¡¡Por ese precio no tendremos ni sábanas limpias!!
Hubo un famoso físico inglés llamado Bratt Hoffmann que descubrió que el 90% de la masa total de un equipaje era ropa femenina y otros objetos “de primera necesidad”, como alisadores de pelo y suavizantes con aloe vera. De acuerdo, Hoffmann nunca existió, pero sí esta proporción universal. Si eres un hombre lucha por este 10 % de espacio vital, o te encontrarás viajando 15 días sin poder cambiarte ni la ropa interior.
Él – ¿Dónde está mi máquina de afeitar? ¡Estoy seguro que la puse en la bolsa!
Ella – Ah, la cambié por mi máquina de depilarme las piernas, así ahorramos espacio.
Puede que creas que tras haber negociado destino, haber hecho las reservas y haber llegado al destino, todo va a ir como la seda, pero no necesariamente va a ser así amig@s. En un lugar puedes hacer muchísimas actividades distintas, y si a ti te interesa visitar unas ruinas y a tu pareja, por ejemplo, le hace ilusión saltar de un avión en paracaídas, puedes tomar una de las siguientes 3 opciones:
Bronca asegurada. Si salen indemnes de esta situación, es que realmente hay mucho amor. Hay que partir de la base de que ninguno de los dos ha estado en ese lugar, de modo que perderse es natural. La poca paciencia, sumada a la nula capacidad para leer mapas de algunas personas, convierten esta situación en algo explosivo.
Él – Copiloto, ¿tomo esa salida de la autopista?
Ella- {Silencio}
Él – ¡¿Sí o no?!
Ella- {Silencio}
Él- En fin, ya me la pasé…
Ella – Ay, creo que debías haber tomado esa salida… ¡Estoy harta, a este ritmo no llegaremos nunca!
Hay personas con apego a sus rutinas y hábitos. Aunque estén en la otra punta del mundo, nada les va a cambiar sus costumbres. Si viajando con su pareja sienten que echan de menos los memes de Whatsapp, la PlayStation o el bar de la esquina… Mayday, tenemos un problema. ¡Cuando se viaja en pareja hay que ser un poco flexible!
Ella – ¡Que ilusión, mañana estaremos en Machu Picchu!
Él – ¿¿Mañana?? Ni hablar, mañana a esa hora estaré viendo el futbol, hay partidazo. ¡Si hasta ocupé la mitad de mi 10% de espacio de equipaje en traer mis cervezas preferidas para ese momento!
Chicas, no se enfaden, pero en esta situación pueden volvernos locos. Las tiendas de souvenirs siempre tienen más o menos lo mismo. El H&M o el Zara de tu país va a tener la misma ropa que en la ciudad donde se está viajando, exactamente por este motivo se llaman multinacionales. Los hombres del planeta rogamos: compren, pero compren rápido. Adelante, compren ese collar Made in China con supuestos dientes de cocodrilo que no se pondrán jamás, pero no es necesario preguntar por su precio en 50 tiendas. Hay tours de shopping, y pueden desahogarse en ellos, pero permitan que nosotros seamos libres de acompañarlas o no.
Ella – ¿Qué vestido te gusta más este negro o el rojo?
Él – … el rojo.
Ella – No, me voy a quedar el negro.
Él – …Bueno, también te sienta bien.
Ella – Ay, me volveré a probar el rojo, ahora me haces dudar.
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