Cuando pisé Nápoles por primera vez, me quedé totalmente impactada. Venía de un recorrido por Italia que empezó en Florencia, cuna del síndrome de Stendhal, y continuó por Roma, la Ciudad eterna. Es decir, llegaba de visitar dos de las ciudades más bellas del mundo y, poco más de una hora después, al bajarme del tren, sentí como si me hubiera trasladado a otro continente.
Nápoles me encantó y la recomiendo encarecidamente, sobre todo para aquellas personas que, como yo, encuentran una belleza única en las ciudades caóticas. No hace mucho que esta ciudad era conocida en el mundo entero por la mafia y, aunque el turismo ya se ha hecho un gran hueco y se puede visitar sin preocupación, los edificios, muchos de ellos a medias de construir y sin ventanas, parecen resistir como un recuerdo de todo lo que aquí pasó hace no tanto tiempo.
Las calles estrechas de Nápoles son una mezcla de edificios medio derruidos, banderas que ondean homenajeando a Maradona y al equipo de fútbol local literalmente por todas partes, vecinos que sacan sus sillas a la puerta de casa para charlar tranquilamente, cientos de motos pilotadas por gente de todas las edades (prepárate para ver niños conduciendo), mucho, muchísimo ambiente en cada una de sus calles y, por supuesto, pasta y pizza en cada rincón.
¿Te están entrando ganas de visitar Nápoles? Sigue leyendo, porque aquí te voy a contar mis lugares preferidos de la ciudad.
Empezamos por la calle más turística de Nápoles, aunque si la recorres de arriba a abajo, te darás cuenta de que hay zonas en las que se concentran especialmente los visitantes. Aquí están muchos de los puntos turísticos de Nápoles, algunos de ellos los vamos a mencionar más adelante, pero te recomendamos salir de las zonas más concurridas para poder disfrutar de un Nápoles más auténtico.
Aunque pasamos varias veces por su puerta, no fue hasta el último día que decidimos entrar y la verdad es que lo recomiendo muchísimo. La catedral de Nápoles fue construida en el siglo XIII y su interior es una verdadera obra arquitectónica y de arte. Además de frescos, un altar espectacular y piezas artísticas de incalculable valor, la iglesia guarda algo sorprendente, la sangre de San Genaro.
Los napolitanos son tremendamente creyentes y una de las tradiciones más significativas de esta ciudad es la de la licuefacción de la sangre de este santo, quien además da nombre a la catedral. Según los fieles, tres veces al año se produce un fenómeno inexplicable, que es que la sangre de San Genaro, contenida en una ampolla de vidrio, pasa de sólida a líquida. En estas tres fechas, (sábado anterior al primer domingo de mayo, 19 de septiembre y 16 de diciembre) se realiza una misa en la que se muestra la sangre del santo. Si está líquida, lo toman como símbolo de buena suerte y si está sólida, lo asocian con la mala fortuna venidera.
Pero no te hará falta llegar a la catedral para sentir el fervor religioso de esta ciudad. Una vez que pongas un pie en Nápoles, empezarás a toparte con pequeños altares por todas las calles. En ellos, no solo se rinde homenaje a santos y santas, sino que también se conmemora a seres queridos que han fallecido. El origen de estos altares es incierto y existen muchas leyendas e historias. Según el guía que nos llevó a recorrer la ciudad, fue durante el reinado de Carlos de Borbón, cuando la ciudad de Nápoles estaba bastante abandonada de las manos de rey y no tenían luz, entonces los ciudadanos inventaron estos altares y utilizaban las velas tanto para iluminar la ciudad como para rendir homenaje.
Otro de los consejos que nos dio el guía es que seamos curiosos y entremos a todas las iglesias que nos llamen la atención (a todas las de la ciudad es imposible porque hay alrededor de 500). De verdad que, por pequeñas que sean, muchas de ellas son muy sorprendentes.
Cuando viajo, normalmente hay ciertos lugares turísticos de la ciudad que no me apetece tanto visitar por estar demasiado repletos de gente. Al principio, no me convencía mucho la idea de entrar en la conocida como Nápoles subterránea, pero terminé cayendo en las «trampas turísticas» y tengo que reconocer que me gustó bastante la experiencia.
Nápoles esconde debajo de su suelo toda una red subterránea de túneles. Estos fueron creados por los griegos para almacenar agua. Durante la época romana, se usó como cantera para sacar la piedra con la que luego construirían los edificios de la ciudad. Más tarde, durante la II Guerra Mundial, los túneles sirvieron como refugio contra los bombardeos. En la actualidad, se puede recorrer tan solo una pequeña parte de la «ciudad escondida» de Nápoles.
Si estás pensando hacer esta visita, tienes que tener en cuenta varias cosas. Lo primero, es que puede ser un espacio muy angustioso para personas con claustrofobia. Hay una parte que es opcional de recorrer o no que cuentan con pasillos tan estrechos que hay que pasar de lado. Además, hay que descender mucho para llegar hasta la zona de los túneles. Si tienes miedo a los espacios cerrados, evalúa si podrías hacerlo.
Por otro lado, también es importante saber que las visitas son guiadas, pero solo en inglés y en italiano, por lo que tendrás que dominar uno de estos dos idiomas si quieres enterarte de algo de la historia. Las visitas en italiano se realizan cada hora entre las 10:00 y las 18:00 y en inglés, cada dos horas entre las 10:00 y las 18:00. El precio de la entrada con la guía es de 10 euros por persona y se puede comprar por internet, pero bajo el denominado como «billete salta fila», que tiene un coste adicional sobre el precio normal. Si tienes tiempo, puedes ir 15 o 20 minutos antes de la hora y esperar la fila para comprar la entrada estándar.
Para quienes han visitado Milán, es inevitable que la galería de Umberto I recuerde a la maravillosa Galleria Vittorio Emanuele II de la ciudad del norte de Italia. Aunque la versión napolitana no cuenta con el glamour de su melliza en Milán, es interesante conocer este edificio y observar cada uno de los detalles que lo componen, tanto por dentro como por fuera. La cúpula, en concreto, merece una mención especial.
Esta galería se creó con el objetivo de hacer que la zona, en su tiempo insegura, se convirtiera en un lugar más concurrido y con más opciones de negocio. En la actualidad cuenta con muchos locales cerrados, pero te recomendamos hacer una parada cuando pases por sus alrededores.
El Quartieri Spagnoli o barrio español debe su nombre a la época en la que Nápoles pertenecía al imperio de España. Aquí, nuestra recomendación es que te pierdas por las callejuelas y te sientes a tomar algo y a disfrutar del gran ambiente que hay tanto de día como de noche en todas sus esquinas.
Además, el Quartieri Spagnoli acoge uno de los rincones que atrae a turistas de todo el mundo aficionados al fútbol, especialmente a argentinos. Se trata del mural de Diego Armando Maradona. Aunque la estrella del fútbol cuenta con homenajes a lo largo y ancho de toda la ciudad, aquí tiene un lugar especial, una especie de altar gigante, en el que hay diferentes obras que honran la imagen del argentino que revolucionó la historia del SSC Napoli y donde los napolitanos aprovechan para vender todo tipo de merchandising del futbolista.
Maradona no es el único personaje que adorna las paredes de Nápoles. La ciudad es conocida en Italia por su arte callejero; está repleta de murales en todas y cada una de sus calles. Si te interesa el mundo de los grafitis y los murales, te recomiendo que hagas un tour enfocado en esta temática (hay varios en la ciudad) en tus primeros días y así podrás ir descubriendo a personajes de la historia y de las leyendas de Nápoles a medida que recorres las calles de la ciudad.
Una vez que los conozcas, es muy entretenido ir identificando al ya mencionado San Genaro, a la sirena Parténope o al queridísimo actor napolitano Toto. Además, un mural que no te puedes perder es el nombrado como Madonna con la pistola, una obra del conocidísimo y misterioso muralista Banksy.
¿A quién no le gusta un mirador con vistas panorámicas? En Nápoles hay varios, pero nosotros subimos al que está situado al lado del castillo de San Elmo. Lo primero que sorprende cuando llegas aquí es el cambio drástico de la ciudad. Adiós a los edificios a medio construir, las motos por doquier y las banderas de fútbol por todas las calles; hola a edificios que parecen palacios y un orden repentino después de días de caos.
A espaldas del castillo de San Elmo se encuentra un lugar que ejerce de mirador entre los turistas. Las vistas de la ciudad con el imponente Vesubio como protagonista son impresionantes. Sin duda, es el lugar perfecto para hacerte una idea de cómo se entreteje la ciudad de Nápoles, a los pies de un volcán y a orillas del mar Tirreno.
Para subir hasta aquí, lo que hicimos nosotros y lo que recomiendo, es utilizar el funicular que sale desde Montesanto hasta Morghen y, a la hora de bajar, hacerlo andando por las escaleras que hay justo en el mirador. Eso sí, ten en cuenta que son muchos escalones, así que hazlo solo si no tienes ningún problema físico.
He dejado este punto para el final de esta primera sección pero en realidad es, para mí, el más importante, porque en Nápoles disfruté muchísimo comiendo. Eso sí, no varié mucho, pasta para comer y pizza para cenar, pero es que, si vas a Italia es para disfrutar de la comida, ¿no?
Nápoles está repleto de restaurantes por lo que hacer una lista de los mejores es complicado. Yo voy a dejar por aquí mis recomendaciones de mis favoritos entre todos los que probé. Si a ti también te encanta la pizza y la pasta, lo vas a disfrutar muchísimo.
Trattoria da Mammarella: nuestra primera comida en Nápoles fue una cena en este restaurante que principalmente nos atrapó por tener una terraza en una plaza amplia. Al final, se convirtió en uno de nuestros preferidos y repetimos un par de veces más. Los camareros son auténticos napolitanos que no se esfuerzan por intentar hablarte en español, algo que personalmente me gusta porque hace que se sienta como un lugar original, nada turístico. Además, es baratísimo. Mi recomendación: scialatielli con mariscos.
Casa Capasso: además de una comida deliciosa, el espacio en el que se encuentra este restaurante tiene mucho encanto y se siente muy napolitano. Probamos de todo, pizza, pasta y lasaña, y todos los platos nos gustaron. Además, no te pierdas el tiramisú, presentado de una manera muy original en la típica cafetera italiana.
Cala la pasta: mientras que en el resto de ciudades de Italia que visitamos la pasta con trufa estaba en todas las cartas, en Nápoles no la vimos en ninguno de los restaurantes en los que comimos, excepto en Cala la pasta. El local es pequeño, por lo que puede que tengas que esperar fila para entrar, pero merece la pena.
Gino e Toto Sorbillo: esta pizzería nos llamó la atención porque cada vez que pasábamos por su puerta había una fila larguísima de gente para entrar. Una amiga nos dijo que no podíamos irnos sin probarla, así que nuestro truco fue ir a las 12 del mediodía, cuando el restaurante abre sus puertas. Aunque a esta hora ya hay gente esperando, en cuanto abren, la fila va rapidísimo y no tendrás que esperar a que se vaya gente para poder entrar. Una vez dentro, si no te decides, pide directamente a los camareros que te recomienden una pizza y seguro que aciertan.
Pizzeria Vesi: una noche ya era tarde y queríamos comprar unas pizzas para llevar y comerlas en la calle. Quedaban pocos locales abiertos y tuvimos la suerte de dar con la pizzería Vesi en la que, además de tener unas pizzas deliciosas, nos trataron estupendamente.
Como ya he mencionado antes, las calles de Nápoles tienen muchísimo ambiente, pero a las 3 de la mañana los locales empiezan a cerrar y las calles comienzan a quedarse vacías. Según nos contaron algunos napolitanos con los que estuvimos hablando, las grandes discotecas quedan a las afueras de la ciudad, así que mis recomendaciones son dos lugares para tomar algo.
El primero de ellos es Perditempo, una mezcla perfecta de librería, tienda de vinilos y bar. El local no es muy grande, pero puedes pedir la bebida y salir a la calle a tomarlo, desde donde se escucha la música y donde podrás conocer gente de la zona.
El segundo es Palazzo Venezia, un lugar al que llegamos de casualidad recorriendo las calles de Nápoles y que nos pareció perfecto para sentarse a tomar algo tranquilamente. Cuenta con varios espacios en los que nos encontramos con gente tocando el piano y personas recitando poesía, además de con un patio en el que puedes cenar, todo ello en el interior de un auténtico palacio italiano de 1412.
En definitiva, mi recomendación para que disfrutes de esta ciudad y conozcas la verdadera vida napolitana es que pasees por sus calles y entres en todos los lugares que te llamen la atención, porque vas a encontrar verdaderos tesoros. Nosotros, por ejemplo, salimos un domingo de nuestro alojamiento situado cerca de la estación Piazza Cavour y nos encontramos con un mercadillo en el que había gente tocando por la calle. Un plan totalmente local que nos encantó.
Además, la historia de Nápoles es superinteresante, así que es muy recomendable que contrates un tour para que te cuenten todas las curiosidades de esta ciudad, desde la época de los griegos y los romanos hasta su días más oscuros con la presencia de la Gomorra.
Pompeya es uno de los lugares que más me sorprendió en mi viaje a Nápoles. Conocía la historia por encima, así que no sabía lo que allí me iba a encontrar. Donde me imaginaba una ciudad pequeña con restos de edificios y cuerpos quemados, me encontré una urbe enorme con obras increíbles que se conservan desde el imperio romano y que sobrevivieron a la furia del Vesubio.
Primer error que cometimos: no contratar a una persona que nos hiciera de guía. Además de que la historia es interesantísima y merece la pena que te la cuenten en detalle, la ciudad es gigante y es difícil situarse en ella para ver los puntos más importantes. Así que, mi primera recomendación es que vayas en una excursión organizada o de la mano de un guía.
Segundo error: no llevar comida. Dentro de las ruinas de Pompeya hay un restaurante en el que comprar comida, pero la relación calidad-precio deja mucho que desear y se forman unas filas enormes de gente. Además, te recomendamos que lleves una botella reutilizable, ya que hay fuentes para que puedes rellenarla. Si vas en una época de calor, lo vas a agradecer.
El precio de la entrada general de Pompeya es de 18 euros, aunque hay acceso gratuito el primer domingo de cada mes. Del 1 de abril al 1 de octubre, el horario para visitar Pompeya es de 9:00 a 19:00, y del 1 de noviembre al 31 de marzo, de 9:00 a 17:00.
Si decides visitar Pompeya por cuenta propia, puedes llegar en tren desde la estación de plaza Garibaldi. Además, te recomendamos que, si eliges esta opción, consigas un mapa de la ciudad de Pompeya para poder situarte y encontrar los puntos más importantes sin problema.
Una vez que termines tu visita por Pompeya, seguramente salgas con ganas de tomar algo o cenar. Aquí, te recomendamos alejarte tan solo unas calles de la zona turística y descubrir bares y restaurantes más locales. Nosotros, por ejemplo, cenamos en un lugar llamado Na Pasta que nos gustó mucho y en el que nos trataron muy bien.
La costa Amalfitana es muy conocida entre los viajeros que llegan a Italia por sus playas y sus casitas de colores. Es de esos lugares en los que el turismo está muy presente y que se encuentra masificado, algo que no impide que la gente siga llegando día tras día hasta allí.
Si estás planeando una excursión de un día por la costa Amalfitana y se te viene la idea romántica de alquilar una Vespa para recorrerla, mi recomendación, si no tienes experiencia conduciendo, es que no lo hagas. La carretera que separa cada pueblo está llena de curvas y por ella circulan muchísimos coches y autobuses, así que no es fácil manejarse en moto por aquí.
Como alternativa, te recomendamos comprar el billete turístico de Sita Sud, que cuesta 10 euros y que te sirve durante todo el día. Puedes subir y bajar de sus buses cuantas veces quieras para moverte entre las ciudades de la costa Amalfitana.
Si tomas este bus en Sorrento para llegar hasta Positano, te recomiendo bajar en la primera parada que hace en Positano. Esta parada está en lo alto del pueblo y podrás disfrutar de unas vistas preciosas de la costa. Aquí, nosotros aprovechamos para tomar algo en un bar muy pequeñito llamado Il Canneto, con una terraza con vistas al mar, y disfrutamos de un ambiente muy tranquilo.
De los tres pueblos que visité (Sorrento, Positano y Amalfi), los más conocidos de esta región, Amalfi fue mi preferido. Por supuesto, tienes que visitar su imponente catedral, pero lo que más te recomiendo es que te cueles por las calles menos concurridas y llegues a los rincones donde hay menos turistas y donde puedes vivir más cómo es el día a día en este lugar.
Para aquellas personas que prefieren las excursiones organizadas, en Denomades contamos con un tour de un día que sale desde Nápoles y que recorre los pueblos mencionados más arriba, además de Ravello, conocido por su ambiente tranquilo y sus vistas espectaculares.
Capri es todo un sueño; la típica isla de película con aguas cristalinas se puede visitar desde Nápoles. Si tienes poco tiempo, lo mejor es hacer una excursión organizada. Estas suelen partir desde el Porto del Granatello, al sur de la ciudad, y te llevan por un recorrido en barco a través del golfo de Nápoles, con unas vistas impresionantes del Vesubio. Una vez en la isla, puedes elegir lo que más te apetece: dar un paseo para conocerla (en las excursiones suele incluirse una visita guiada) o tumbarte en la playa a disfrutar del sol y de las aguas turquesas.
Nápoles no cuenta con temperaturas muy extremas, por lo que cualquier momento es bueno para visitar esta ciudad. Eso sí, siempre hay que tener en cuenta ciertas condiciones climatológicas. En este caso, si vas a ir a Pompeya, es mejor evitar los meses de verano porque estarás todo el día bajo el sol. Además, si viajas durante los meses de invierno, puede que te toque algún día de lluvia.
En mi viaje por Italia y acostumbrada a usar Google Maps para ver los horarios y las opciones de autobuses, trenes y metro, me di cuenta de que el transporte público italiano no está tan bien conectado con esta aplicación. Así que mi recomendación es que te muevas en transporte público (ya que es posible), pero que preguntes a la gente local si tienes alguna duda en lugar de confiar al 100 % en lo que te dice Google.
Italia es parte de la Unión Económica Europea y, por lo tanto, utiliza el euro como moneda. En este país en concreto te recomendamos llevar siempre algo de efectivo, porque, aunque podrás pagar con tarjeta en algunos sitios, también hay muchos otros (tanto restaurantes como servicios públicos) en los que solo se permite el pago con efectivo. En Nápoles, esto es mucho más común.
En cuanto al idioma, en Nápoles hablan italiano, pero, si conoces un poco el idioma, en cuanto pises esta ciudad te darás cuenta de que suena diferente. Esto es porque aquí lo que hablan es napolitano, una lengua romance hablada en varias regiones del sur y del centro de Italia.
La ciudad de Nápoles se puede ver sin problema en dos días, aunque, para mí, es de esos lugares en los que te dan ganas de quedarte por un tiempo indefinido. Si, además, quieres conocer sitios de sus alrededores como Pompeya o la costa Amalfitana, te recomendamos estar entre cinco y siete días para hacerlo con calma y disfrutarlo bien.
Sabemos que tu viaje por Italia va a estar protagonizado por la pasta y la pizza. En esta ciudad, uno de los platos de pasta más típicos es el que va acompañado de salsa ragú y uno de los más extraños es el que mezcla pasta con patatas y queso provolone. En cuanto a la pizza, la napolitana es una de las más famosas del país, con masa fina y borde grueso, y la margarita es la que sí o sí tienes que probar aquí (aunque suene simple).
Además, en Nápoles es muy común encontrar puestos callejeros por todos lados. Estos son un buen lugar para comprar pizza frita (típica napolitana), cucuruchos de mariscos o focaccias deliciosas, entre muchos otros platos.
Si quieres bajarle un poquito a los carbohidratos, puedes aprovechar para pedirte una ensalada, pero que no falte la mozzarella de búfala, que aunque no es originaria de Nápoles, sí se trata de un ingrediente muy común en su gastronomía.
Y para cerrar, déjale un hueco a los postres típicos de la región. Entre ellos, te recomendamos pedir el babá al rum (el sabor no es mi preferido, pero es curioso de probar) y, sin ninguna duda, la sfogliatelle una masa de hojaldre rellena de crema de diferentes sabores (te recomiendo la de pistacho).
Entre todas las ciudades turísticas de Italia, quizá Nápoles es la que más conserva su identidad propia y eso se nota a la hora de comunicarse. Aquí no todo el mundo habla inglés o español y es común ir a un restaurante y que los camareros te atiendan en italiano única y exclusivamente. Para mí, sin duda, este es uno de los puntos fuertes de la ciudad.
El aeropuerto de Nápoles está bien comunicado con la ciudad. Puedes llegar a él en transporte público, aunque como hemos dicho, a veces este sistema no funciona también y puedes estar mucho tiempo esperando el bus correspondiente. Si quieres asegurarte, te recomendamos tomar el Alibus, que sale desde plaza Garibaldi y que te lleva al aeropuerto (o del aeropuerto a la ciudad) por 5 €.
Desafortunadamente, es común oír hablar de Nápoles y pensar inmediatamente en la mafia o la Gomorra. Por suerte, la época oscura de esta ciudad ya quedó atrás y cada vez son más los turistas que se animan a conocer este destino del sur de Italia. Si te apetece visitarlo, te animamos a hacerlo, sin ninguna preocupación, simplemente tomando las medidas que tomarías en cualquier otra ciudad del mundo.
Nápoles es una ciudad que todavía está en desarrollo turístico y adaptándose a las visitas de extranjeros, por lo que hay zonas más recomendadas para quedarse, como Quartieri Spagnoli, via Tribunali, via Toledo y los alrededores cercanos de estas calles.
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