Demasiados interrogantes rodean la Laguna Roja, una impresionante extensión de agua del color de la sangre, a menos de 200 kilómetros al norte de Iquique. No está claro el motivo de la tonalidad intensa de sus aguas, ni su profundidad, ni por qué no aparece en la mayoría de mapas. Lo único que es incuestionable, es la belleza natural de este lugar extraordinario.
Desde tiempos inmemoriales, cuando algo no tiene explicación, se ha recurrido a la leyenda y el mito. La extraña Laguna Roja no es la excepción. Según se dice, esta extensión de agua escarlata fue tomada por el demonio, quien le dio este color a modo de advertencia. Una comunidad Aymara se asentó en las cercanías y decidieron beber el líquido rojo. Al poco, todos murieron y contribuyeron a enrojecer más sus aguas. Desde entonces, la zona quedó durante siglos como un rincón olvidado.
Hoy, aunque no hay estudios concluyentes, se cree que el color viene dado por las algas y sedimentos en suspensión. Estas aguas oscilan entre los 40 y 50 ºC, de modo que resulta obvio que son aguas termales, algo relativamente común en el norte de Chile, singular por su alta actividad geotérmica. La laguna tiene una profundidad considerable, pero no podemos ofrecer un dato concreto, ya que no ha habido estudios al respecto. Es un misterio cómo este lugar en la comuna de Camarones (Región de Arica y Parinacota), tan extraño y bello, ha permanecido a la sombra durante tanto tiempo. En muchos mapas ni siquiera aparece, y Sernatur no la tuvo registrada sino hasta el año 2009.
Por si la Laguna Roja no fuera lo suficientemente impresionante, tiene un par de lagunas hermanas que, para acentuar aún más lo extraño de ese paisaje, tienen un color amarillo y verde intenso. Presenciarlas es como estar delante de una humeante paleta de pintor, a 3.700 metros de altitud. Una imagen imborrable en la memoria.
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Además, partiendo desde Iquique, de camino a este paraje natural se puede descubrir la esencia de la cultura originaria Aymara, en pueblos como Camiña y el sector de las Chacras, donde los agricultores aún trabajan la tierra con sistemas ancestrales. Otra parada obligatoria son los petrogrifos y pictografías de Chillayza, una impresionante y variada muestra de arte precolombino en una gran quebrada rocosa. Si el arte rupestre no te impresiona demasiado, espera a llegar a la Pampa del Tamarugal y ver sus geoglifos de Pintados (Monumento Nacional), donde el arte precolombino entre los años 700 y 1.500 tomó una nueva dimensión, con tamaños gigantescos que ocupan una ladera a lo largo de 3 kilómetros, con medio millar de figuras con formas humanas, de animales y geométricas.
A muchos de estos lugares no se puede acceder en transporte público, y merecen las explicaciones de un guía experto. Si quieres más información y la opción de reservar a buen precio este tour, que incluye la Laguna Roja y cultura ancestral, haz click aquí.
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