Como gigantes dormidos que un día dejaron su furia para entrar en un largo letargo, los volcanes de las cercanías de San Pedro de Atacama tienen un magnetismo difícil de describir. Los ancestros Incas de esta región subían a todos ellos durante el ritual del Inti Raymi (solsticio de invierno) para estar un poco más cerca de su Dios más venerado: el Sol. Hoy los volcanes suponen retos físicos y mentales para los amantes del trekking y la naturaleza. Los que han alcanzado los cráteres comentan que el esfuerzo compensa con creces y han sentido algo especial allá arriba… ¡Habrá que comprobarlo por uno mismo!
El Láscar tiene personalidad propia, diría que es el volcán más orgulloso de la zona, no sólo por sus imponentes 5.600 metros, también porque es el único volcán que permanece activo en el norte de Chile. Su cráter humeante, sirve de advertencia a todos los andinistas que se proponen desafiarlo. Si vas a atacarlo, que sea con deseo y convicción.
Su ubicación, a sólo 70 kilómetros al sudeste de San Pedro de Atacama, lo convierte además en un destino accesible con un trayecto de puro paisaje atacameño que culmina en los pies de la hermosa Laguna Lejía, lugar donde se alza desafiante el Láscar. La caminata se inicia a unos 4.900 metros de altitud en un ascenso que dura entre 3 y 4 horas. ¿Tanto tiempo para superar un desnivel de 700 metros? Sí, amigos excursionistas. El pronunciado terreno arenoso y la escasez de oxígeno a esa altitud pondrán a prueba vuestras piernas y capacidades.
Si vencéis el pulso al Láscar os esperan las vistas de un cráter de 750 metros de diámetro y 300 metros de profundidad, la entrada al mismísimo infierno que os recibirá con un fuerte olor a azufre… En contraposición, la vista contrapuesta os parecerá la del paraíso.
Para más información sobre el ascenso al Volcán Láscar, click aquí.
El más tímido y desconocido por su remota ubicación justo en la frontera entre Chile y Bolivia. Es el más alto de una cadena de 4 estratovolcanes muy juntos entre sí: el Curiquinca (5.722 m), el Escalante (5.819 m), el Cerro Colorado (5.728 m) y el Sairecabur que reina entre todos ellos con 5.971 m.
Tras dos horas de conducción desde San Pedro de Atacama, arranca el trekking por sus laderas con partes heridas por la lava que un día escupió. Para coronar su cima se tarda entre 5 y 6 horas de duro ascenso. Lo alto nos aguarda un tesoro escondido: una laguna en el mismísimo cráter y unas panorámicas que no podrás olvidar y que sabrán a gloria tras el esfuerzo. Inspira con fuerza, ¿alguna vez rozaste los 6 mil metros sin estar montado en un avión?
Para más información sobre el ascenso al Volcán Sairecabur, click aquí.
A pesar de la etiqueta que se le ha puesto de «Cerro», el Toco es en realidad un volcán inactivo que enarboló la bandera de la paz hace más de mil años y su forma es más propia de cerro que la clásica de un volcán. Aun así sus entrañas atestiguan el fuego que albergó un día ya que hasta hace 20 años atrás se extraía azufre de él y todavía son reconocibles las instalaciones mineras.
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El Toco tiene una identidad bien definida y es reconocido por todos los lugareños ya que es el más cercano a San Pedro de Atacama, a tan sólo 60 kilómetros. El ascenso arranca hacia los 5.000 metros de altitud y de allá hay que superar los 600 metros restantes hasta su cima, un esfuerzo en el que hay que invertir entre 2 y 4 horas, dependiendo de la capacidad física y los efectos de la puna en el cuerpo.
Durante el ascenso la mayor parte del año se pueden contemplar los llamados penitentes, grandes agujas heladas que se generan de forma natural como consecuencia de la sublimación (el hielo pasa de un estado sólido a gaseoso, saltándose el estado líquido). La cima te regalará una perspectiva del desierto que no sospechabas. Como estar en marte pero rodeado de cumbres nevadas.
Para más información sobre el ascenso al Cerro Toco, click aquí.
Majestuoso. Un cono perfecto y uno de los volcanes más fotografiados de toda Atacama, es el reto que proponemos o los que aspiren a lo más alto en altura (5.920 m.) y complejidad técnica. Lo cierto es que se requiere un buen esfuerzo para ganarle el pulso a este titán de roca, ya que el ascenso transcurre en senderos llenos de piedras sueltas con un desnivel importante. Es necesaria buena condición física, paciencia y atención.
Recomendamos partir el trekking en dos días para que el cuerpo se beneficie de una aclimatación que resultará bien necesaria. Una buena opción es dormir una noche en el refugio de Laguna Blanca (4.300 metros), desde donde se pueden explorar las faldas del Volcán Juriques como preparación. Al día siguiente, antes de la salida del sol (abríguense al máximo), y tras un buen desayuno, se tiene por delante una pronunciada ascensión de entre 7 y 8 horas hasta el labio del cráter. Ver la salida del sol durante el trekking es ya, de por sí, una experiencia casi religiosa, un momento mágico que perdurará en tu memoria tanto o más que cuando corones la cima.
El cráter del volcán oculta una laguna de media hectárea con una profundidad estimada de 6 metros. No es cualquier cosa, el lago de las profundidades del Licancabur es el quinto a mayor altura del mundo. Si has llegado hasta aquí arriba puedes dar gracias a los Apus, los dioses de las montañas, por haberte permitido disfrutar del espectáculo de 360 grados que tienes ante ti.
Para más información sobre el ascenso al Volcán Licancabur, click aquí.
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