Sí, viajar acompañado es maravilloso porque todas las experiencias son compartidas, logras una conexión con el lugar y con tus amigos o tu pareja. Pero tarde o temprano llegamos a un punto en la vida donde comenzamos a sentirnos más ausentes, estamos inseguros de nuestro lugar en el mundo y hacia dónde queremos ir, es ahí cuando necesitamos pasar tiempo con nosotros mismos, y no existe una mejor forma de hacerlo que viajando. Que quede claro que esto no es un cuento de hadas. Lo vas a pasar mal. Pero la sensación de haber conquistado diversos obstáculos es completamente adictiva, te sentirás empoderado como nunca antes: ahora tú eliges tus aventuras, tus reglas, tus horarios. Y esa es la verdadera libertad.
Tú eres el director, productor y protagonista de tu propia película, pero en la vorágine del día a día, en nuestros trabajos y en nuestra rutina, esto puede ser difícil de recordar. En el momento en que comiences a viajar solo, entenderás el verdadero significado de ser completamente responsable de tus acciones. Estarás a cargo de todas las decisiones y no hay nada más adictivo que darte cuenta de tus propias capacidades.
No seas como esta avestruz.
Sí, suena un poco aterrador pensar que estarás en un lugar completamente extraño, completamente solo. Pero con cada paso que des hacia lo desconocido, se destruirán muchas de tus ideas preconcebidas del mundo para dar paso a refrescantes puntos de vista. Nuevas puertas se abrirán para ti en cada parada, de una forma que no es posible observar cuando te encuentras distraído con otros compañeros de viaje. Tendrás mayor disposición a hablar con extraños y notarás a más personas que querrán conectar contigo.
Puede ser un paisaje que ni siquiera en tu mente habías imaginado o la simple caída de una hoja desde un árbol. Al viajar solo entrarás en un modo de alerta que te hará notar todo lo que está a tu alrededor, y la incesante voz de tu cabeza que habla sobre el trabajo, las relaciones, problemas del pasado o preocupaciones del futuro, se irá para despertar tu sentido del ahora. Tampoco tendrás amigos con los cuales distraerte, serás sólo tú, tus sentidos y percepciones de lo que te rodea.
Si llevas harto tiempo viviendo en un mismo lugar, juntándote con la misma gente y haciendo las mismas cosas, entonces ya tienes instaurado un sentido de identidad. Pero cuando viajas, nadie sabe, o a nadie le importa, las etiquetas que están atadas a ti. En el viaje puedes convertirte en un aventurero, en un fotógrafo o en un granjero. Lo que sea que quieras, es tu decisión.
Al salir de tu dinámica regular, descubrirás cosas acerca de ti que no han tenido el espacio para aparecer anteriormente. La libertad de reinventarte y crecer, sin el input de nadie que conozcas o sin ninguna determinación por experiencias pasadas, será seriamente adictiva en la mejor manera posible.
Hay algo en el viaje que es innegablemente romántico: la exaltación de estar fuera de casa, el delicioso acento de una viajera atractiva, y la pasión compartida de conocer el mundo hará que tus ojos brillen de forma irresistible. Pero claro, enamorarse de alguien en el viaje puede ser tan maravilloso como devastador, pues la misma naturaleza del viaje significa que un día estarás aquí y el próximo allá, dándole corta vida al romance. Esto tiene su lado positivo, puesto que aprenderás a dejar ir a la gente y no generar apego, para así volver a tener completa libertad.
Esto puede doler cuando recién empezamos a viajar solos. Pero experiencias como robos, asaltos y engaños sólo harán que tu radar de peligro se vuelva más agudo, y notarás fácilmente qué situaciones o personas te pueden perjudicar. Esta habilidad solo irá creciendo con el tiempo y te ayudará en tu vida en general. Conoce qué elementos puedes llevar en tus viajes que te ayudarán a sentirte más seguro.
En el día a día, el trabajo, el dinero, el drama de otras personas y tus incesables pensamientos sobre todo lo anterior, es fácil quedarse atrapado en problemas que parecen enormes, pero que en realidad carecen de sustancia o de posibilidad de aprendizaje. Viajar solo significa olvidar qué día es, qué hora es, olvidar que debemos ajustarnos a los planes de otro, olvidar hablar con tu amigo sobre los problemas que le suceden a tu compañero de trabajo.
Al dejar a un lado tus expectativas y tus ansiedades, ya no habrá nada que te robe la energía para apreciar lo que está sucediendo en el momento. Te darás cuenta del regalo que significa sentir el calor del sol, saborear un plato que nunca antes habías probado y observar la sonrisa de un niño proveniente de una cultura distinta a la tuya.
Cuando regreses a casa, todas esos grandes problemas se habrán desvanecido para dar lugar a una avalancha de libertad acompañada una sensación de despertar sin igual. Mirarás el mundo con nuevos ojos, y esa es la mayor adicción de todas, pues querrás hacerlo todo de nuevo.
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